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NACE LA LIBERTAD DE AMERICA

martes, 3 de febrero de 2015


 El 2 de Febrero de 1813 el Coronel José de San Martín arriba al Convento San Carlos acompañado de su recién formada tropa de Granaderos a Caballo, Luego de un largo viaje de más de 350 km en sólo 6 días esperaban su bautismo de fuego.
Al arribar al hogar franciscano el General dió la orden de que sean apagadas todas las luces, que la tropa sólo murmure y evitar cualquier ruido. Mientras tanto junto al Capitán Bermudez ideaban la estrategia de combate en una de las oficinas del claustro.
Al frente del convento se extiende una alta planicie, adecuada para las maniobras de la caballería. Entre el atrio y el borde de la barranca acantilada, a cuyo pie se extiende la playa, media una distancia de poco más de 300 metros, lo suficiente para dar una carga de caballería. Con estos conocimientos, San Martín dispuso que los granaderos saliesen del patio y se emboscaran formados tras los macizos claustros y las tapias posteriores del convento.
Llegando el amanecer San Martín sube por segunda y última vez al campanario de la Iglesia y al constatar que las tropas realistas organizaban su desembarco, ordenó el pocisionamiento de su tropa.
San Martín se puso al frente de sus granaderos y arengó a quienes por primera vez iba a conducir a la pelea. Después de esto tomó el mando del 2º escuadrón y dio el del 1º al capitán Justo Bermúdez, con prevención de flanquear y cortar la retirada a los invasores: "En el centro de las columnas enemigas nos encontraremos, y allí daré a usted mis órdenes." le señaló. Los enemigos, unos 250 hombres, venían formados en dos columnas paralelas con la bandera desplegada y traían dos piezas de artillería al centro. En aquel instante resonó por primera vez al clarín de guerra de los Granaderos a caballo. Salieron por derecha e izquierda del monasterio los dos escuadrones, sable en mano y en aire de carga, tocando a degüello. San Martín llevaba el ataque por la izquierda y Bermúdez por la derecha.
Las cabezas de las columnas españolas desorganizadas en la primera carga, que fue casi simultánea, se replegaron sobre las mitades de retaguardia y rompieron un nutrido fuego contra los agresores, recibiendo a varios de ellos en la punta de sus bayonetas. San Martín, al frente de su escuadrón, se encontró con la columna que mandaba en persona el comandante Zabala. Una descarga de fusilería mató a su caballo y le derribó en tierra, quedando aprisionada bajo el corcel ya muerto una de sus piernas. Mientras tanto se desataba a su alrededor un combate parcial de arma blanca, recibiendo él una ligera herida de sable en el rostro. Un soldado español se disponía a atravesarlo con la bayoneta, cuando uno de sus granaderos, llamado Baigorria, traspasó a realista con su lanza. San Martín habría sucumbido en aquel trance, si otro de sus soldados no hubiese venido en su auxilio, echando pie a tierra y arrojándose sable en mano en medio de la la refriega.
Con fuerza y serenidad Juan Bautista Cabral, libra a su jefe del caballo muerto y recibe, en aquel acto, dos heridas mortales, gritando con entereza: ¡Muero contento. Hemos batido al enemigo!
El capitán Bermúdez, a la cabeza del escuadrón de la derecha, hizo retroceder la columna que encontró a su frente. La victoria se consumó en menos de un cuarto de hora. Los españoles, desconcertados y deshechos por el doble y brusco ataque, abandonaron en el campo su artillería, sus muertos y heridos, y se replegaron haciendo resistencia sobre el borde de la barranca, donde intentaron formar cuadro. La escuadrilla rompió fuego para proteger la retirada, y una de sus balas hirió al capitán Bermúdez en el momento en que llevaba la segunda carga. El teniente Manuel Díaz Velez, que lo acompañaba, arrebatado por su entusiasmo y el ímpetu de su caballo, cayó de la barranca. Los últimos dispersos españoles se lanzaron en fuga a la playa baja, precipitándose muchos de ellos por la misma. Los granaderos tuvieron veintisiete heridos y quince muertos.
Así aquel 3 de Febrero lo Granaderos resultaron victoriosos en su bautismo de fuego y en aquel amanecer salió el sol de la Libertad de América.







 


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